Cuando el turismo médico no se ve… pero de pronto se siente

Puntos clave

  • En 2024, más de 700 pacientes panameños fueron atendidos en clínicas de Medellín, el tercer origen internacional más importante para esa ciudad.
  • La industria del seguro en Panamá ha incentivado activamente esta migración de pacientes, al ofrecer coberturas y procesos que favorecen tratamientos en el extranjero.
  • Mientras tanto, el mercado médico local sigue operando como si esta competencia no existiera, con pocas estrategias o propuestas que retengan a los pacientes.
  • El paciente panameño ya actúa como paciente internacional: compara precios, evalúa experiencias, y decide con libertad. El sistema que no entienda eso, perderá relevancia y mercado.
  • ¿Y Medellín? Nuestros vecinos paisas, más que un competidor acérrimo, se convierten en un ejemplo a seguir para toda la región.
Fachada del nuevo edificio de la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia.

En Panamá, aún es común escuchar a médicos y clínicas decir: "yo no hago turismo médico". La frase parece inofensiva, pero en realidad representa una desconexión profunda con la realidad de un mercado global, abierto, digital y competitivo. El turismo médico ya no es una práctica exclusiva de quienes promueven paquetes con estadías y tratamientos estéticos en destinos lejanos. Hoy es un fenómeno cotidiano, invisible en su forma pero poderoso en su efecto. Ocurre cuando un paciente —local, asegurado, panameño— toma una decisión informada y opta por atenderse fuera del país, sin que nadie en su entorno lo considere una migración médica… hasta que la cifra aparece.

El último informe del clúster Medellín Health City, respaldado por la Cámara de Comercio de Medellín para Antioquia, lo deja claro. En 2024, esa ciudad atendió a 23,323 pacientes internacionales, lo que representa su cifra más alta desde que llevan registro. Salta a la vista que Panamá fue el tercer país de procedencia con más pacientes: 730 casos formales, 755 si sumamos los registrados por nacionalidad panameña. Se trata de más de 700 personas que tomaron un avión desde Panamá, no para vacacionar, sino para tratar su salud. Muchos de ellos lo habrían hecho con seguros panameños, derivados por aseguradoras panameñas, y sin que el sistema local ofreciera una alternativa competitiva. 

Fuente: Informe atención pacientes internacionales 2024 - Clúster Medellín Health City

Esto no implica que Medellín nos haya "quitado" pacientes. De hecho, lo que ha hecho Medellín es admirable. Se han organizado, han creado un clúster sólido, se apoyan en datos, planifican como bloque y han logrado algo que aquí seguimos postergando: generar confianza. La confianza no se improvisa. Se construye con calidad clínica, atención humana, procesos coordinados y reglas compartidas entre actores diversos. Mientras en Panamá muchos médicos y clínicas ofrecen una atención de alta calidad por separado, aún no existe una estructura común que articule esa oferta de forma coordinada. Medellín, en cambio, ha logrado construir un sistema médico colaborativo que entrega al paciente una experiencia integral, transparente y confiable.

Y el paciente moderno es, ante todo, un paciente informado. Compara precios, investiga en redes, se comunica directamente con clínicas en el extranjero, recibe recomendaciones de otros pacientes, revisa videos, y toma decisiones con base en todo eso. Este tipo de paciente ya no actúa como consumidor local: actúa como ciudadano global. Y si nuestro sistema de salud no reconoce esa transformación, entonces está dejando de responder a las verdaderas preguntas del mercado.

En esta dinámica, hay un actor cuyo rol ha sido decisivo, aunque muchas veces pasa inadvertido: la industria de los seguros. En Panamá, durante los últimos años, diversas aseguradoras han desarrollado productos diseñados para facilitar y promover la atención médica fuera del país. Algunas incluso tienen alianzas exclusivas con centros de salud en Colombia y España, y podrían estar buscado opciones en otros destinos como Estados Unidos o México. Esto ha generado que, en lugar de defender el ecosistema médico local, la estructura aseguradora funcione como un canal de salida para pacientes con capacidad económica. En términos financieros, puede tener sentido. Pero en términos de desarrollo sanitario, representa una pérdida estratégica de volumen, inversión, y confianza local.

Ahora bien, no se trata de culpar a las aseguradoras, ni de pedirle al paciente que no viaje. Lo que está en juego no es la movilidad del paciente, sino la pasividad del sistema. Si no reaccionamos, si no proponemos una oferta sólida, humana, tecnológicamente conectada y económicamente competitiva, simplemente vamos a seguir perdiendo pacientes. No por sabotaje. Por omisión.

Entonces, ¿tenemos competencia? Pues, no necesariamente. En ningún momento este artículo busca señalar a Medellín como antagonista. Todo lo contrario. Creo que Medellín es ejemplo. Es un caso de estudio, es un espejo y es un potencial socio de negocios para nuestro mercado en el largo plazo. Medellín es una ciudad que decidió apostar por la salud como industria, como propuesta exportable, como narrativa internacional. Panamá tiene todo para hacer lo mismo, pero necesita voluntad colectiva. Necesita reimaginar las necesidades de cada uno dentro del marco real de las necesidades de todos. Crear espacios reales de planificación en conjunto, generar indicadores, articular plataformas y dejar de ver al turismo médico como algo que solo hacen "otros". Porque el paciente panameño ya no espera que se lo expliquen: ya se fue, y en muchos casos, no vuelve (y además recomienda).

Y si bien es cierto que debemos cuidar y atender nuestras necesidades locales, también debemos aceptar una verdad inevitable: nuestros pacientes locales también son pacientes internacionales. No por nacionalidad, sino por mentalidad. Por hábitos digitales. Por comportamiento. Por libertad de elección. Si queremos que se queden, tenemos que darles motivos para hacerlo.

Lo que está ocurriendo hoy debe leerse como una alerta, pero también como una oportunidad. Podemos quedarnos atrapados en la pérdida silenciosa de pacientes, o podemos usar estos datos como un punto de partida. Podemos organizarnos, ofrecer excelencia con estructura, y competir en el mercado global sin perder el alma local. El paciente, al final, solo quiere ser atendido bien, con respeto, con eficiencia y con humanidad. Si eso lo encuentra aquí, se quedará. De lo contrario, lógicamente, emprenderá su propio viaje a una mejor salud.

El turismo médico no se ve… pero sí se siente.
Se siente en las salas de espera.
En los quirófanos con tiempo libre.
En las cirugías con cobertura de seguros que no se agendan.
En las clínicas que suben precios para compensar ingresos disminuidos.
En el médico que ya no llena su agenda.

Si no tomamos el ejemplo de casos como el de Medellín, y si no encontramos en nosotros mismos la manera de responder —con excelencia, empatía y estrategia— a lo que nuestro propio mercado ya está pidiendo, será el mercado quien decida por nosotros.

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